14 de febrero de 2007

“Vidas cada vez más largas, carreras cada vez más cortas”

Esta frase se la escuché decir al filósofo Charles Handy hace algún tiempo, cuando estuvo por Bs. As. y me pareció especialmente significativa sobre todo si tenemos en cuenta que nosotras las mujeres occidentales vivimos en promedio nueve años más que los varones.
Este hecho que no deja de ser ventajoso nos enfrenta ante la gran responsabilidad de tener que planificar y prepararnos más para el futuro. Entonces nos preguntamos ¿qué queremos hacer en los próximos diez años?, y esta pregunta no implica un mero ejercicio de futurología. Se podría objetar con absoluta razón que en este mundo tan cambiante e incierto y, particularmente en nuestra Argentina actual es por demás difícil imaginar y predecir nuestras actividades y proyectos para los próximos 6 meses.
¿ Cómo podríamos entonces estar planificando a diez años?. Es cierto, pero también lo es el hecho que, si no empezamos por imaginar lo que deseamos, difícilmente sepamos hacia adonde ir.

Cuando empezamos a pensar en un proyecto, ya estamos situados en otro lugar. Imaginar un Proyecto, implica ir hacia adelante, estar en movimiento, no quieto/as.
Es la persona, incorporando sus recursos, sus habilidades, sus conocimientos, su historia, lo que hace posible comenzar a generar una visión de futuro creíble, posible.

Conozco el tema, en primer lugar por que lo he experimentado por mi misma y luego porque pude acompañar el proceso de muchas personas que nunca imaginaron que algún día realizarían los proyectos que ahora están emprendiendo.

“Estuve toda una noche sin dormir, dando vueltas sobre lo que quería y podía realizar y ya lo tengo”, me dijo un día Inés, analista de sistemas y especialista en medio ambiente, quien a los 50 años comenzó con su proyecto de servicios de consultoría y asesoramiento a empresas sobre temas de impacto ambiental. Por supuesto, el camino no fue fácil, tardó más de un año desde que ese sueño imaginado en una noche de insomnio pudo concretarse.

Que los trabajos cambien, no significa que la persona cambie. Quizás cuando comenzó sus estudios universitarios, Inés pensó que iba a trabajar en una gran empresa y ahora se encuentra sentada frente a un pequeño escritorio ofreciendo sus proyectos a posibles clientes.
Esta es quizás una de las diferencias más significativas entre trabajo y carrera. Trabajo, es lo que uno hace con sus días, carrera lo que uno desarrolla durante su vida. El título profesional, nos da la señal, la credencial y el conocimiento, al que luego deberemos incorporar nuestras habilidades y talentos personales.

Tomar la decisión de anclar la carrera profesional en algo que uno valora, es el primer paso para comenzar a transitar un camino que tendrá muchas vueltas y seguramente no será recto ni directo. La mayoría de las veces, no sabremos que vendrá después. Algunos pueden actuar en ambos frentes simultáneamente: “Trabajo en una corporación como ejecutivo de cuentas y mi tiempo libre lo dedico a planear mi proyecto de capacitar jóvenes atletas”, comentó Jorge, entrenador y profesor de educación física.
“Sigo dando clases en la facultad, pero ahora todas mis energías están puestas en armar la Libroteca, envío de libros por pedido y café cultural. Es el proyecto al que más tiempo le dedico”, afirmó Marcelo, sociólogo especialista en educación.

Otras, necesitan abandonar la vieja silla para comenzar a pensar nuevas alternativas y decidir cuál es la nueva silla que quieren ocupar: “Después de 10 años de estar alejada de todo, me cuesta imaginar algo para lo que yo puedo servir y que además me permita ganarme la vida”, señaló Liliana, traductora de inglés dedicada a dar clases particulares de ese idioma y fundamentalmente a las tareas del hogar.
Si bien las estrellas de fines de los ’90 fueron y siguen siendo las grandes corporaciones, comenzaron a aparecer a finales del siglo XX nuevas formas de emprendimientos independientes y audaces, que alientan la participación cada vez más activa de individuos que poseen muchas de las cualidades que estos proyectos requieren: creatividad, capacidad de interpretar las necesidades del mercado y espíritu de superación constante.
Handy afirma que nos dirigimos a un mundo de elefantes y pulgas. ¿Por qué no empezamos a pensar donde queremos anclar nuestras carreras?

No hay comentarios: